sábado, 24 de septiembre de 2011

Es un hasta luego, no un adios

Mi hermosa walkiria Brunilda. 

Ni idea de por donde comenzar, traigo los sentimientos agolpados entre el estomago y el alma. El dolor supera a la razón y sin embargo la razón gobierna los sentimientos. Estamos a punto de cruzar el umbral de los cambios sin retorno y donde la fe y las creencias sirven de mucho mas que muletas, son las alas que nos sostienen y nos permiten seguir adelante.

Animalera siempre he sido, al igual que mi marido y cuando nos casamos unimos esta pasión. Los animales, en especial los perros, son una parte vital de nuestra vida y hemos tomado decisiones importantes en torno de ellos. Muchos de nuestros animales ya han cruzado el arcoiris y estoy segura nos esperan un un bello lugar hasta que nos toque cruzar. 

La partida de uno de nuestros compañeros peludos siempre es dolorosa, muchos por muerte natural otros con un poco de asistencia. Siempre respetados, siempre acompañados y siempre recordados. Yo he tenido dos perdidas significativas para mi, no sabría de L. Mi gato Güero acompañante constante y mi Gran Danés Thor otra sombra de mis días y noches. Y en ambos casos un pedazo de mi corazón se ha quedado vacío.

Ahora nos enfrentamos a la pronta partida de mi hermosa walkiria. Esta perrita la escogimos cuando JM tenía escasos 7 u 8 meses y prácticamente dejamos que fueran ellos los que se identificaran. Brunilda fue creciendo junto con JM y después con JF, Compañía constante dentro y fuera de casa. Aun teniendo 7 perros mas los niños sentían una particular identificación con ella, no se si por gigantesca, por tranquila o por cariñosa. Se volvió su guardiana en los parques y su pequeño "caballo" en lugares cerrados. Al lugar que llegáramos éramos reconocidos por el enorme perro.

Hace un año perdió a su compañero de juegos, con el que ella había crecido nuestro segundo Gran Danés Luky, el cual se fue después de 11 años de compañía. Trajimos a Hans para que Brunis tuviera con quien jugar. Ahora le toca a ella partir de una forma casi sorpresiva. El cáncer que se le detectó resultó muy agresivo y ha tomado por asalto todo su cuerpo. Su deterioro en cuestión de un mes ha sido muy acelerado.

Mi guerrera ya no juega, ya no ladra, ya no quiere levantarse. Respira con dificultad y ya casi no come. Esta acostada todo el día y a veces parece que no le importa nada. El dolor debe ser extremo pero su raza es estoica, no se queja y no llora. Cómo saber qué tiene si ni sus ojos reflejan angustia. Su mirada sigue dulce, su expresión tranquila, su perronalidad imponente. Cómo saber que decisión tomar; yo no quiero adelantar la partida pero no quiero alargar la agonía.

Ahora se suman a la ecuación mis dos hijos, aquellos que crecieron junto con ella y que no comprenden bien a bien que significa la muerte, que significa trascender a otro plano, que significa dejar ir a su compañera de "toda su vida". Hemos dejado ir a otros perros en estos 6 años pero los chicos nunca habían estado conscientes como ahora.

Cómo balancear mi enorme dolor, con la tranquilidad que debo aparentar? Cómo enseñarles que la muerte es solo un cambio, un hasta luego y no un adiós cuando mi espíritu llora. Como acompañarla en su último trance en este plano sin que los chicos queden "demasiado impresionados". Cómo explicarles, cómo?

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